26 de marzo de 2015

Mujeres científicas (I): Marie-Catherine Biheron, una científica en la periferia.

Que las mujeres fueron excluidas de las ciencias no es una novedad. Como bien explica la historiadora Londa Schiebinger en su trabajo ¿Tiene sexo la mente? la mujer siempre ha sido apartada del mundo de las ciencias, pese a que muchas de ellas fueron científicas, es decir, que poseían conocimientos de determinados campos de la ciencia (Historia natural, Anatomía, Física, etc.). Sin embargo, las puertas de academias estuvieron cerradas para ellas y se les negaron cualquier tipo de reconocimiento. La investigación de Schiebinger va más allá de ser una mera enciclopedia de nombres. Como bien indica en la introducción de la misma, no solo ofrece una serie de nombres y biografías sino que ahonda en los motivos por los cuales las mujeres fueron excluidas del mundo científico durante el periodo moderno, un planteamiento que va sosteniendo a lo largo de todo su trabajo. Sin embargo, no es mi intención aquí hacer un resumen sobre su trabajo, más que nada porque sería incapaz de quedarme con un simple resumen; pero sí que quiero dar luz a varias científicas que incluye en su trabajo, a modo de homenaje, para que sus nombres circulen y no se olviden. 

Marie Catherine Bihéron (1719-1795) fue una francesa anatomista conocida, principalmente, por sus ilustraciones médicas y por sus figuras de cera. Fue hija de un farmacéutico francés e estudió arte en el Jardin du Roi (Jardines Botánicos del rey francés) de la mano de Madaleine Basseporte quien, a su vez, trabajaba como ilustradora en el Jardín Royal des Herbes Médicinales. Fue Basseporte quien aconsejó a Biheron que dedicara su habilidad a la ejecución de modelos anatómicos, a raíz de lo cual se convirtió en una de las principales creadoras de figuras de cera de la época. La cera se utilizaba para modelarlo todo, y fue durante los siglos XVI y XVI cuando empezó a usarse para modelar cuerpos humanos para usarlos con fines pedagógicos en la medicina debido a la escasez  de cadáveres para disecciones. El modelado anatómico en cera alcanzó su punto culminante en Italia y Francia durante el XVIII. 

Modelo anatómico en cera realizado por Marie-Catherine Biheron 

Aunque también había hombres que trabajaban la cera, las mujeres destacaban especialmente en el modelado del cuerpo femenino, ya que, hasta el siglo XVIII, el conocimiento y el cuidado del cuerpo fue dominado por la mujer. La obra de la propia Biheron fue elogiada por su precisa y delicada copia de la naturaleza. A Sir John Pringle, médico general de Gran Bretaña y miembro de la Royal Society, sus modelos le parecieron tan reales que exclamó: "No les falta más que oler".

Biheron presentó su obra en varias ocasiones ante los académicos reales de Francia. La primera de estas ocasiones tuvo lugar en 1759, a raíz de la invitación del anatomista francés Jean Morand. En el acta de la reunión se alababa sus producciones por superar a las de William Denoues, el modelador en cera más destacado de las décadas anteriores. También aquí sus trabajos engañaron al espectador haciéndole creer que eran auténticos. Se decía que Biheron imitaba a la naturaleza con una precisión y una verdad que ninguna persona lo había logrado todavía.

Aunque no hay ninguna descripción de los procedimientos de Biheron, se sabe, gracias a los escritos del periodista e historiador francés Louis Prudhomme de la década de 1830, que contrataba a gente para que robase cadáveres al ejército para ella. La cosa distaba mucho de ser agradable. Ya en putrefacción cuando los recibía, los guardaba en una vitrina de cristal en el centro de su jardín. De esta manera, Biheron podía lleva a cabo un estudio pormenorizado del cuerpo humano y alcanzar una perfección asombrosa en sus modelos.


Modelo anatómico en cera realizado por Marie-Catherine Biheron

En 1770, Biheron volvió a París para mostrar a la Académie Royale des Sciences su complejo y realista modelo de una mujer embarazada. La figura reproducía con exactitud todas las fases y mecanismos del parto, complementados por un coxis móvil, una cérvix que se dilataba y cerraba a voluntad y fetos desmontables. El artefacto era especialmente útil para enseñar a los alumnos cómo hacer frente a los partos peligrosos sin dañar a un sujeto vivo. Los modelos de Biheron fueron utilizados por la célebre Anne Le Boursier du Coudray, contratada en la década de 1770 por el gobierno francés para enseñar el arte de la partería a nada menos que cuatro mil mujeres de todas las provincias. 

En 1771, Biheron volvió a exponer su anatomía de cera en la Académie Royale des Sciences, esta vez para complacer al príncipe heredero de Suecia. El mayor honor de Biheron fue la adquisión de sus modelos anatómicos por Catalina la Grande para la Academia de Ciencias de San Petersburgo. Su anatomía artificial acompañó a una colección de instrumentos médicos enviados por Moran desde la parisiene Académie Royale des Sciencies.

Estos éxitos académicos, sin embargo, no se tradujeron en un sillón en la propia academia ni en una pensión del rey. Durante treinta años, Biheron se ganó la vida abriendo su colección a los curiosos todos los miércoles, por la pequeña tarifa de tres libras. También daba clases en sus casa: Diderot y Genlis, por ejemplo, figuraron entre sus alumnos. Sin embargo, según cuenta Prudhomme, fue duramente criticada por los médicos y cirujanos de París por invadir el monopolio de estos. Biheron visitó también Londres dos veces en busca de trabajo pero tuvo poco éxito, si bien sus modelos de cera influyeron en los doctores Williams y John Hunter para que abrieran su propio museo de anatomía comparativa en la década de 1770. 


Fuente: 

Schiebinger, Londa: ¿Tiene sexo la mente? Valencia, ediciones cátedra, 2004. Traducción de María Condor. pp. 49-52.


1 de marzo de 2015

Canfranc. Juego de espías.

Hoy, en una de mis muchas divagaciones por la maldita red social de Facebook, me topé con una noticia de la cadena ser sobre una mujer, Lola Pardos, que durante los años 40 había sido espía de los "aliados" durante la II Guerra Mundial. Una historia que me pareció fascinante y que tenía como centro la estación de trenes de Canfranc (Huesca), muy cercana a la frontera de Francia. Durante todo este tiempo, la estación estuvo al servicio de los franquistas y sus aliados los nazis y se sabe que por allí pasó la mayor parte del oro alemán, que iba destinado por un lado a Portugal y, por otro, a Madrid. Asimismo, Canfranc fue fundamental para los espías quienes, desde Francia, hacían llegar todo tipo de información, de ahí pasaba luego a Zaragoza y de ahí, a su vez, a San Sebastián y Londres. Todo un juego que sirvió para que los nazis perdieran la guerra. En definitiva, una historia fascinante que ha sido recogida por el historiador Ramón J. Campo en El oro de Canfranc. Y fue precisamente en la presentación de este libro donde Lola Pardos, hoy fallecida, contó su historia que daría como resultado la creación del documental Canfranc. Juego de espías que os traigo a continuación por si, como a mí, os ha resultado fascinante esta historia. 



Sobre la noticia de la Cadena Ser: 
http://cadenaser.com/programa/2015/02/27/a_vivir_que_son_dos_dias/1425046532_366040.html?ssm=14092012-Ser-rs-1-Fb