11 de febrero de 2013

Mary Toft, la mujer que dio a luz conejos.

Copia del retrato de Mary Toft realizado por John Laguerre en 1726.

Mary Toft es un claro ejemplo de lo que ocurre cuando una pequeña idea se convierte en un gran escándalo de casi nivel nacional. De origen humilde, Mary había nacido en Godalming -una ciudad del distrito de Surrey, en Inglaterra- en 1703 como Mary Denyer. En 1720 contrajo matrimonio con Joshua Toft. No era un gran matrimonio, Joshua pertenecía a una familia que había vivido tiempos mejores gracias al negocio de la lana, pero con el paso de los años la lana de Surrey había dejado de tener valor y Joshua era un simple trabajador del paño ganando apenas para comer. Mary había dado a luz una niña en 1723 que murió al poco tiempo y un niño 1724 y al parecer había tenido un aborto en 1726, un aborto un tanto traumático pues no fue un feto lo que salió del útero sino una masa de carne. 

El cómo surgió la idea de fingir que daba a luz conejos no se tiene muy claro, parece que todo surgió de una manera sencilla: un aborto y partes de gatos introducidas en la vagina. Fue simple, el engaño estaba perpetrado, sin embargo el gato pasó a convertirse en un conejo. Era fácil engañar pues Mary tenía señales de haber estado embarazada (producía leche en sus pechos) y tenía convulsiones como si estuviera dando a luz. Fue todo tan real  que la suegra -y posible cerebro del complot- no dudó en llamar al doctor de la zona: John Howard. Éste era un cirujano que vivía en Guildford, apenas unos siete kilómetros de Godalming, que tenía cierto prestigio. Howard se mostró muy escéptico y rechazó creer la historia hasta que el mismo viera nacer la cabeza del conejo, hecho que pudo ver poco después. Si Howard era o no parte de la estafa es algo que no se tiene muy claro, es cierto que él, como muchos otros eran partidario de creer en lo que se ha llamado la "influencia prenatal", es decir, el poder que podía tener la imaginación materna en el feto, por ejemplo, era muy común pensar que si un niño nacía con una mano menos era posible que se debiera a que la madre había visto la ejecución de un ladrón. Además la historia de Mary parecía muy verosímil, ella mismo contó que unos días atrás, ella y una amiga habían intentado dar caza a un conejo y que no pudieron hacerlo y que desde entonces no paraba de pensar en el conejo. Con lo cual, ante la actitud del médico dispuesto en creer en la influencia prenatal, el engaño fue posible.

Howard enseguida mandó cartas a Londres contando lo ocurrido. Pronto, algunos hombres versados en medicina visitaron a la ya famosa Mary, entre ellos cabe destacar un personaje oscuro siempre envuelto en "hechos poco comunes": Nathanael St André. Éste era anatomista de la corte pero se sospechaba de que había sido contratado por saber alemán más que por sus conocimientos de anatomía. St André estuvo con Mary varios días y estupefacto vio como ésta daba verdaderamente a luz conejos, los cuales examinó detenidamente. Al igual que pasa con Howard, no se tiene claro hasta qué punto St André estaba dentro del ajo. Su actitud fue cuánto menos sospechosa. Tras St. André fueron muchos los que visitaron Mary, en especial  Cyriacus Ahlers -cirujano de la corte- que fingiendo creer se las ingenió para descubrir toda la verdad. Bastó apenas unas horas para que éste concluyera que todo, absolutamente todo era una gran mentira y con esa idea corrió a Londres donde difundió sus opiniones.

Howard y St. André pronto descubrieron las intenciones de Ahlers y se lanzaron a una guerra panfletaria contra él con el fin de desacreditarlo. St. André además logró llevar a Mary a Londres para que fuera examinada por eminentes doctores que confirmaran su historia. Sin duda alguna, St André buscaba estar en el candelero y recurrió para ello a los doctores Richard Manningham y James Douglas, ambos escépticos. Manningham y Douglas no se separaron de Mary quien no dio a luz en todo el tiempo que pasó en Londres si bien experimentaba fuertes dolores -¡ya había dado a luz 17 conejos!-. Poco a poco la verdad se estaba revelando, el propio alcalde de Godalming había descubierto que el marido de Mary había estado comprando conejos de determinadas características en un número muy elevado y el propio portero de la casa donde se alojaba Mary había confesado a los doctores que la cuñada de Mary le había ordenado conseguir un conejo. Sin embargo, no era suficiente, Manningham y Douglas querían una confesión y presionaron a Mary hasta que finalmente contó la verdad: todo era un engaño. 

Tras la confesión, Mary fue declarada "notoria y vil mentirosa" y fue trasladada a la prisión de Bridewell donde falleció en 1763. En la parroquia de Godalming se puede leer en el registro "Mary Toft, Widow, the Impostress Rabbit...". St. Andre fue públicamente humillado y criticado, y después de otro escándalo del que fue protagonista se retiró al campo. Howard, sin embargo, tuvo más suerte pues fue obligado a pagar 800 libras pero su nombre no cayó en desgracia y continuó ejerciendo su profesión. Manningham y Douglas, junto con otros, fueron cuestionados por su actitud ¿Por qué fingieron creer si nunca creyeron? La gente empezó a sospechar de ellos, sobre si creían o no, y aunque dieron explicaciones públicas lo cierto es que sus nombres se vieron afectados.

¿Por qué Mary actuó de esa forma? ¿Para qué el engaño? La respuesta es simple: dinero. Mary estaba casada con un hombre cuyo trabajo reportaba pocas ganancias, y la exhibición de maravillas en Londres seguía siendo muy rentable. Sin embargo, no hay duda que Mary solo buscaba hacer una pequeña broma que pronto se les fue de las manos. 

Fuente: Todd, Dennis: Imagining monsters, miscreations of the self in Eighteenth-century England, Chicago and London, The university of Chicago press, 1995. Capítulo 1.