22 de julio de 2010

Soldados de Salamina


En ocasiones, no hay mejor manera de transmitir la historia que convirtiéndola en relato, pues no todos soportan leer una investigación, pero sí a muchos les gusta leer historia a modo de relato pues la hace cercana pero, sobre todo, real. Así lo hace Javier Cercas en su "Soldados de Salmina" compone un relato de manera fiel y real, pero también lo hace de manera emocionante transmitiendo al lector una serie de sentimientos no pudiendo evitar emocionarse al llegar al final y al leer esos diálogos tan sencillos pero tan cargados de sentimientos de los personajes.


Partiendo de una historia que le cuentan medio en serio sobre Rafael Sánchez Mazas, principal ideólogo de Falanfe Española, el protagonista que es también el autor, Javier Cercas, inicia, casi sin saberlo, una investigación que le llevará a enfrentarse a la crudeza de la guerra. Su búsqueda por conocer la verdad de un hecho -el fusilamiento y la salvación de Sánchez Mazas gracias al "perdón" de un soldado republicano"- se irá transformando a medida que su libro va cogiendo forma, dándose cuenta que lo que anda buscando es un héroe, pero que termina encontrando a un hombre, simple y llamanete un hombre, un hombre que vio a sus amigos morir y que fue a la guerra como quien va al trabajo sin saber que él estaba salvando a la civilización a pesar de que nadie lo sabría y nadie lo recordaría.


Un libro que bien podría pertenecer a la microhistoria, pues ese relato real sólo es un hecho más de los miles que podemos hallar en la Guerra Civil Española, historias muchas de ellas olvidadas y sólo presentes en la memoria de esos viejos que aún recuerdan con lágrimas en los ojos que alguna vez lucharon, algunos sin saber porqué, en una guerra que los enfrentaba a ellos mismos y que supuso la muerte de amigos y familiares.


Permitánme que les escriba aquí uno de los fragmentos que más me han gustado, aunque sinceramente me ha resultado difícil quedarme únicamente con uno:


"Lo que Jose Antonio ni Sánchez Mazas podían imaginar es que ni ellos ni nadie como ellos podría jamás integrar ese pelotón extremo, y en cambio iban a hacerlo cuatro moros y un negro y un tornero catalán que estaba allí por casualidad o mala suerte, y que se hubiera muerto de risa si alguien le hubiera dicho que estaba salvándonos a todos en aquel tiempo de oscuridad, y que quizá precisamente por eso, porque no imaginaba que en aquel momento la civilización pendía de él, estaba salvándola y salvándonos sin saber que su recompensa final iba a ser una habitación ignorada de una residencia para pobres en una ciudad tristísima de un país que ni siquiera era su país, y donde nadie salvo tal vez una monja sonriente y espigada, que no sabía que había estado en la guerra, lo echaría de menos."


Posteriormente, en 2003, David Trueba realizaría la película basándose en la novela (aunque no creo que novela sea el género del libro) de Javier Cercas aunque con ciertas libertades artística como por ejemplo, el protagonista no sería un hombre, sino una mujer interpretada por Ariadna Gil. Aquí tenéis el tráiler:






20 de julio de 2010

Nuevo Blog Ubi Sunt?

Al blog ya creado, Ubi sunt? cuenta con un nuevo blog donde, además de las novedades de la Asociación, encontraréis interesantes entradas relacionadas con la Historia como: ¿Quién era Marc Bloch? o una pequeña reseña sobre el documental "El Mundo en Guerra", os animo a leerlo sobre todo si amáis a la Historia.


http://www.revistaubisunt.blogspot.com/

15 de julio de 2010

Sir Walter Ralegh y la búsqueda de El Dorado (II)

A pesar de todo, Ralegh no fue tonto dejó allí en Guayana a dos ingleses que en parte actuaban como rehenes de los indígenas pero que por otra parte estaban aprendiendo todo lo necesario para la conquista, así aprendieron la lengua de los indígenas y buscaron minas de oro para financiar la conquista. Sin embargo, uno fue capturado por los españoles y el otro fue escondido por los indígenas, vivió con ellos 20 años hasta el punto de que apenas se acordaba de su lengua materna. Es por ello que Ralegh trató de organizar nuevas expediciones a Guayana. Fue ayudado por Cecil quien le financió dos barcos que partieron a las órdenes de Laurence Keymis en enero de 1596. Cuando llegó a Caroní se dio cuenta que los dos ingleses se había ido por lo que sufrió una gran decepción, aunque sus esperanzas volvieron cuando encontró a un indígena que le explicó de donde procedía el oro dando por cierto la existencia del El Dorado. Todo ello se lo envió en un informe a Ralegh. Sin embargo, éste se hallaba inmerso en las campañas contra España en el famoso ataque de 1596 y en la fracasa expedición contra el Amazonas en 1598. Pero desde 1597 a 1603 logró ser restablecido como consejero y confidente de la anciana reina Isabel, ocupó cargos públicos y se vio envueltos en empresas coloniales con Virgina.



A pesar de todo no logró consolidar su futuro y la muerte de la reina le pilló por sorpresa. Sus enemigos intrigaban en sus espaldas. Todo lo de Ralegh repugnaba al nuevo rey inglés Jacobo VI. En julio de 1603 fue llevado de nuevo a la Torre acusado de Traición. El veredicto fue: culpable. El rey no quería ejecutar al que se había convertido en un héroe nacional por lo que estuvo detenido doce años en dicha Torre y allí escribió la primera parte de su obra Historia del Mundo. Y aunque languidecía en prisión nunca abandonó su idea de conquistar Guayana. Sus enemigos se burlaron de las fantasías que había escrito en su anterior libro y se concentró en las Minas de oro de Keymis.



En 1616 fue liberado por un fiador y sólo para preparar su aventura por el Orinoco. Recibió su patente prometiendo que no infringiría daño a los súbditos del rey de España. Cabe decir que Ralegh ya tenia 60 años, estaba canoso, encorvado por la edad y el reúma, jadeante y caminaba con la ayuda de un bastón. Pero tenía un gran entusiasmo. Vendió muchas de sus posesiones para financiar el viaje. En noviembre de 1617 llega Guayana con una gran acogida por parte de los indios. En diciembre de 1617 ancló en el Orinoco y de allí se dirigieron a Iconuri donde supuestamente el cacique Putjima dijo que estaban las Minas de oro. La expedición sufrió muchas dificultades y además se incumplió la promesa cuando el joven Walter Ralegh asaltó una ciudad española: Santo Tomé. En dicho asalto, el joven Ralegh perdió la vida. Ralegh no supo sobreponerse del fracaso de la expedición. En una carta enviada a su mujer, mostraba una profunda tristeza y dejaba constancia de que sabía que ya los españoles sabían de la ruptura de la promesa. A pesar de todo, siguió buscando una mina de oro en las proximidades del Orinoco. Sin embargo, todos sus hombres desertaron.



Cuando llegó a Plymouth en 1618 fue recibido a gritos de: ¡Pirata! y se dio orden de su detención. Se fingió enfermo con el fin de conseguir la clemencia del rey. Preparó una huida a Francia motivado por la información que le dieron dos franceses que le dijeron que en Francia sería bien recibido. Sin embargo, fue traicionado por un personaje que formaba parte de su séquito y que pasó a la historia con el nombre de "Sir Judas". Ralegh entró de nuevo en la Torre de Londres. Preparó una ardua defensa. Ante la duda de qué hacer con él se decidió que se presentara antes un comité de seis miembros encabezado por Sir Francis Bacon. Sin embargo, sumando las culpas anteriores -traición- con las presentes, su vida estaba colgado de un hilo y todo el mundo lo consideraba culpable, principalmente Bacon que pensaba que debía morir. Su ejecución se preparó para el 29 de octubre de 1618, pasó su última noche en la casa del guardián frente a Westminster Hall. Dejó una nota donde negaba todas las acusaciones. Se dice que dijo que moría feliz porque "esperaba convencer al mundo de que moría siendo inocente", ciertamente parecía que moría para satisfacer a España. La entereza de Ralegh en el patíbulo le hizo acreedor de gran "honor y reputación ante los hombres".


En su ejecución, dio un discurso de 45 minutos donde insistía en su inocencia. Abrazó a sus amigos, cogió el hacha, probó el filo, y considerándola suficientemente afilada para su fin dijo: "Esto es lo que curará todas las penas". Pidió al verdugo que golperara cuando levantara la mano. "Y entonces no temas" dijo "sino acierta...". Después de haber estado sobre el tronco hizo la señal acordada y al no advertirla el verdugo, se dirigió hacia él en voz alta preguntando por qué no golpebaba. "Golpea, hombre" dijo. Y así con dos hachazos fue liberado de su dolor.
Fuente:
Hemming, John: En busca de El Dorado, ediciones del Serbal, Barcelona, 1983. Capítulo 10.

13 de julio de 2010

Sir Walter Ralegh y la búsqueda de El Dorado (I)

Sorprendentemente, en ocasiones, las películas con un fondo histórico introducen personajes históricos reales que es difícilmente creemos que en un pasado existieron y consideramos su historia fruto de la "libertad artística" de guionistas y directores para que la historia sea más interesante de lo que ya es. Eso me pasó a mí con el personaje de Walter Ralegh-interpretado por el magnífico Clive Owen- en la película de "Elizabeth la Edad de Oro"-película que no se incluye entre mis favoritas, pero que recomiendo ver-. Y es que, en estos días que ando buscando monstruos en América del Sur, he descubierto que Walter Ralegh fue uno de los grandes expedicionarios que marcharon en busca de El Dorado, esa ciudad mítica toda de oro que muchos buscaron y que nadie, como es obvio, encontró. Esta fue su historia:



Walter Ralegh era el hijo de una familia de avolengo de Devon y se había unido a la corte de la reina Isabel tras unos breves estudios de leyes en Oxford. Con gran sutileza consiguió atraer el interés de la reina, en parte con la ayuda de su medio hermano Sir Humphrey Gilbert, y en parte por su buena apariencia y encanto. Ralegh escribió poesías de amor a la reina Isabel I y de este modo ganó su afecto. Llegó a ser uno de los hombres más influyentes de Inglaterra y entró a formar parte del círculo de cortesanos favoritos de la reina. Tras varias expediciones exitosas consiguió la conianza de la reina. Fue miembro del parlamento y financió barcos corsarios cuyas víctimas principales eran los españoles. Obtuvo la concesión de la colonia de Virginia y el título de caballero en 1585. Sin embargo, este éxito empezó a decaer a partir de 1592, Robert, Conde de Essex, le estaba robando a la reina, pero lo que verdaderamente inició el descenso de Ralegh fue su matrimonio secreto con una de las damas de hinor de la reina: Isabel Throckmorton, con la que tuvo un hijo. Por ello, tanto él como su recién esposa, fueron encerrados en la famosa Torre de Londres. Aunque su estancia fue breve nunca recuperó el efecto y la confianza de la reina.


A medida que transcurrían los años y Ralegh continuaba alejado de la corte, decidió que debía llevar a cabo una acción espectacular para recuperar su anterior posición. Fue entonces cuando entró en juego la historia de El Dorado. En 1596 escribió que desde hacía años renía constancia de un imperio en Guayana, por lo que pensó que si de verdad existía ese imperio debía ser conquistado por Inglaterra y no por España. Obviamente no partía de la nada, ya en 1594 había leído el informe de Domingo de Vera, español obsesionado con El Dorado, un informe cargado de fantasía que hablaba de los límites del El Dorado.


En 1595 Ralegh viajó a Trinidad, allí se hizo con un buque portugués con vino a bordo. Ese vino fue aprovechado por Ralegh para emborrachar a los españoles que se hallaban en Trinidad. Posteriormente capturó a Antonio Berrio, la persona que más sabía sobre El Dorado, e inició su expedición por el Orinoco. Para ello, viendo que por el Orinoco no podría navegar con los buques que usaba en el mar, preparó una serie de embarcaciones para poder navegar por dicho río con provisiones para cien hombres durante un mes. El viaje fue una verdadera tortura hasta que llegó al delta y se encauzó por el Orinoco. Por otro lado, Ralegh aplicó una política bastante inteligente en esta expedición de reconocimiento, esta era la de ganarse la amistad con los indios, por un lado por principios humanitarios, pero por otro para posteriormente inducirlos a rebelarse contra los españoles. Para ello les hablaba de la reina virgen e impedía a sus hombres abusar y violar a las mujeres. Asimismo se interesó por las costumbres de los indígenas. La culminación del viaje de reconocimiento fue ver el Caroní.

De regreso al Caribe, los barcos de Ralegh trataron de ganar algún tesoro para financiar el viaje, aunque poco consiguió. En agosto estaba de regreso en Plymouth. A pesar de las grandes expectativas y de la ayuda de sus amigos, la reina se mostró poco o nada interesada en el fabuloso reino, ignoró al caballero y su propuesta de conquista. Con el fin de salvar su reputación escribió Descubrimiento...de Guayana que publicó en 1596. En dicha obra recogía todas las leyendas en torno al Dorado, incluyendo las fantasías de Domingo de Vera entre las que se encuentra la historia de la tribu ewaipanoma, una tribu de hombres cuyas cabezas no estaba sobre los hombres, cuyo ojos estaban en sus espaldas, con bocas en mitad del pecho y una larga cola de cabello que crecía hacia atrás entre los hombros. Sin duda alguna, Ralegh sabía como atraer el interés hacía una expedición en Guayana.