26 de agosto de 2009

Bastardos que merecían ser "Rey": Juan de Austria (El cenit y la caida de un héroe: Lepanto y Flandes).

Como dije en la anterior entrada, La Rebelión de las Alpujarras, supuso el nacimiento o la confirmación de un héroe. Debido al éxito de don Juan en Granada, Felipe II decidió marchar hasta allí y felicitar personalmente a su hermanastro, hay quien vería en este acción un acto de cariño, para otros dicha acción se interpreta de manera diferente: Felipe II intentaba evitar una procesión de gloria en honor a su hermano en la corte. A pesar de este intento, Juan de Austria volvió a Madrid revalidando el título de héroe que se había ganado con su huida a Barcelona. Sin embargo, la gloria y la paz durarían poco pues los Turcos, que pretendían dominar el Mar Mediterráneo, comenzaron su avance hacia la fortaleza de Nicosia y Famagusta. El papa y, por supuesto, el cristianísimo Felipe II no iban a permitir que los Turcos alcanzaran su objetivo para lo cual crearon la Liga Santa de la que formaba parte el papado con Pío V a la cabeza, Venecia y España. Las negociaciones para la formación de dicha Liga no fueron fáciles pero finalmente su formación se culminó el 20 de mayo de 1571 con la imposición de que Juan de Austria tuviera el mando, con ello se convertía en Gran Capitán de la Santa Liga, paladín y esperanza de la cristiandad.



El 6 de Junio de 1571 llegaba a Madrid el legado del papa donde se confirmaba a Juan de Austria como Capitán General y ese mismo día don Juan se ponía en camino hacia Barcelona, junto con Rquesens y Alejandro de Farnesio. Sin embargo, no partiría hasta el 20 de Julio de 1571, las fuentes afirman que María de Mendoza se despidió de don Juan con suplicas, pues ella deseaba marchar con él, sin embargo, don Juan estaba más centrado en la batalla que en cualquier amorío. Cabe mencionar que junto con él, además de los citados, marchaban los mejores marinos españoles como Álvaro de Bazán, Sancho de Leiva o Gil de Andrada. El 23 de Agosto se reunió la Liga en Messina donde tuvo lugar un consejo de guerra en la nave capitana de don Juan para decidir el curso de la acción. Con gran diplomacia éste logró imponerse frente a posturas moderadas y el 15 de septiembre la flota salió de Messina en dirección al Mediterráneo oriental.






Al amanecer del 7 de octubre de 1571 la escuadra cristiana estaba a la vista del golfo de Lepanto, donde los turcos, con Alí Pachá al frente, se habían refugiado. La actuación de don Juan fue decisiva para la victoria de la Liga. Para los Turcos, la derrota en Lepanto supuso la pérdida de su armada y el fin de un mito: los turcos no eran invencibles. Para la Liga, la victoria supuso la obtención de un botín y la liberación de cristianos que remaban en las galeras turcas. Para don Juan la victoria de Lepanto sumaba otro tanto de los muchos ya sumados.





La Liga celebró la victoria en Messina y después en Nápoles. Se sabe que allí don Juan disfrutó de los placeres del amor con Diana de Falangola quien le daría una hija: Juana la cual sería criada por Margarita de Parma, hermana mayor de don Juan. Se sabe que tuvo otros amores, pero de poca importancia. Tras la victoria, además, don Juan reforzó si ambición: deseaba un reino propio y el tratamiento de alteza, pero no lo consiguió.


En 1573 la República de Venecia "traiciona" a la Liga y firma ella sola una paz con los Turcos. Esto hizo que don Juan cambiara la bandera de la liga por la de Castilla y fuera a perseguir sus propios objetivos: la conquista de Túnez. Con la bendición de su hermano, don Juan empezó a preparar la escuadra en Messina y a primeros de octubre de 1573 pudo zarpar hacia Túnez que fue conquistada en apenas unas horas. Ahora sí esperaba conseguir su reino, contaba con el apoyo del nuevo papa: Gregorio XIII quien sugirió a Felipe II la idea de que don Juan fuera nombrado rey, pero de nuevo los recelos de Felipe hizo que diera una respuesta negativa y Muley Hamet fue nombrado rey vasallo de España. Sin embargo, Túnez duraría poco en manos de España, en septiembre de 1574 volvió a manos turcas.


Tras esto, don Juan marcha a Madrid. A su llegada encuentra el cariño de un hermano siempre alerta pero también encuentra a un secretario: Antonio Pérez con más poder. Éste recelaba de las intenciones de Don Juan y para vigilarlo nombró a su mejor amigo: Escobedo, como secretario de don Juan. Pérez pronto vió como su amigo empezaba a ser más fiel al Austria que al mismo. Sería una traición que nunca perdonaría. Por otro lado puede decirse que las sospecha del secretario no estaban muy desencaminada pues don Juan quería un reino si o sí y esta vez pretendía conseguirlo casándose ni más ni menos que con la reina de Inglaterra: María Estuardo. Para ello de nuevo contaba con el apoyo del papa así como de los católicos ingleses. Pero Felipe II dejo el tema en el aire y don Juan de nuevo vería frustrado su objetivo.


La muerte de Requesens, gobernador de los Países Bajos, supuso un nuevo cambio de rumbo en la vida de don Juan. Éste que no quería verse envuelto en el "lío" de Flandes, tuvo que aceptar su nombramiento como nuevo gobernador, pues constituía una nueva oportunidad en el deseo e conseguir un reino. La situación de Flandes en esos años es totalmente caótica y a su llegada encontró con que los tercios, que llevaban meses sin recibir sus pagas, habían entrado en la ciudad de Amberes. Don Juan que llevaba instrucciones de mostrarse conciliador y a fin de que se le reconociera como gobernador decidió firmar el Edicto Perpetuo donde accedía a casi todo lo que pedían los flamencos.


Los años en Flandes fueron muy duros para el paladín de la cristiandad y héroe de Lepanto. Junto a la política de Flandes continuaba con sus planes de conquistar Inglaterra por lo que en 1577 envió a Escobedo a Madrid para que a través de Pérez consiguiera medios para invadir Inglaterra. Mientras tanto él iniciaba negociaciones con Guillermo de Orange, príncipe de los Países Bajos y principal enemigo y difusor de la leyenda negra de Felipe II (junto con Antonio Pérez). Pero de nuevo los planes del paladín se truncaron, la delicada situación de Flandes hizo que don Juan rompiera el Edicto en Julio de 1577 remplazando las tropas de Namur por alemanes y hacer volver a los tercios que se hallaban en Milán. Ello permitió una ofensiva militar y aunque consiguió que gran parte de los Países Bajos del Sur volverían a la obediencia del rey la victoria fue insuficiente. La falta de dinero impedía conseguir sus objetivos, para ello manda a Escobedo a Madrid, sin embargo Escobedo no regresaría con la ayuda necesaria, pues en 1578 fue asesinado en un asesinato parece ser que organizado por Pérez con la aprobación del rey.


La situación de Flandes y la muerte de Escobedo hizo que don Juan cayera en una situación de depresión que se agravó con su enfermedad , Tifus. Su estado de salud se agravó a finales de septiembre, estando en su campamento en torno a la sitiada Namur. El día 28 nombró sucesor en el gobierno de los Países Bajos a su sobrino Alejandro Farnesio. Escribió a su hermano pidiéndole que respetase este nombramiento y que le permitiera ser enterrado junto a su padre. Falleció el 1 de octubre de 1580. Le sucedió como gobernador Alejandro de Farnesio. Los restos de don Juan de Austria fueron llevados a España y reposan en El Escorial. Su tumba está cubierta por una estatua yacente de singular belleza que representa al finado ataviado con armadura, y como curiosidad hay que apuntar que por no morir en combate, está representado con los guanteletes quitados.


Como conclusión, he de decir que don Juan únicamente fue un instrumento a manos de un hermano que recelaba del poder que podía llegar alcanzar, no por conspiraciones, si no por sus propias acciones que le permitieron tener la admiración del pueblo y de grandes personalidades de la época que vieron en él un posible rey en diversas circunstancias, quizás sin Felipe II no hubiera encelado a su hermano, hubiera podido ser un gran complemento, pues don Juan tenía todo lo que a Felipe II le faltaba y viceversa.


Fuente: González Cremona, Juan Manuel: Juan de Austria, héroe de leyenda. Editorial Planeta 1994. Personalmente, recomendaría que buscaran otro libro acerca de Juan de Austria, yo he utilizado éste porque no he podido acceder a otros, si alguien conoce otro mejor por favor que me deje un comentario.

6 de agosto de 2009

Bastardos que merecían ser "Rey": Juan de Austria (Surgimiento de un Héroe: Alpujarras).

Se puede decir que el reconocimiento de Jeromín como miembro de la familia real, supuso un real y completo cambio de vida. Como dije Jeromín moría pero nacía Juan de Austria y es tan cierto como lo digo, pues enseguida Felipe II ordenó que Jerónimo pasara a llamarse Juan y que adquiriera el apellido que por derecho le correspondía: Austria. Además de todo ello se le instaló en la corte, se ordenó que le se diera el trato de Excelencia, aunque le correspodía el de Alteza, se le dió una casa y un servicio. Nombró jefe de su casa a Quijada quien siempre se ocupó de él. Poco después, Don Juan presentado "oficialmente". Cabe mencionar que para Don Juan, Felipe II fue siempre más que un hermano, fue un padre, severo y cariñoso, al que siempre quiso demostrar su valía tal y como más tarde veremos.
Don Juan de Austria completó su educación en la reciente Universidad de Alcalá de Henares junto con sus sobrinos el Príncipe Carlos de Habsburgo, heredero de la corona y Alejandro Farnesio, hijo de Margarita de Parma. Tuvieron como maestro a Honorato Hugo. Esta experiencia sirvó para que a los tres jóvenes estudiantes se creará un lazo de amistad que los acompañaría hasta el final de sus vidas.
En 1565 la escuadra del gran sultán turco Solimán sitiaba la isla de Malta, sede de la orden Hospitalaria de Jersualén y base principal de las naves cristianas en el Mediterráneo. Obviamente, Felipe II, el mayor defensor de la cristiandad, no iba a dejar pasar esta ofensa por alto y decidió formar una escuadra de socorro en Barcelona. Don Juan de Austria conmovido por la situación de los cristianos en Malta, suplicó a su hermano que le permitiera unirse a la flota, pero no recibió más que una cortante negativa. Sin embargo, esta negativa no frenó a Don Juan quien estaba ansioso por defender el cristianismo frente a los herejes y junto con Juan de Acuña y Juan de Guzmán escapó de la corte y se dirigió a Barcelona. Su desaparición fue rápidamente advertida y por orden del rey fue enviada una carta para que el bastardo regresara a la corte. Pero Juan de Austria siguió hasta Barcelona ignorando la carta de su hermano pero para cuando llegó la escuadra se estaba marchando. Don Juan intentaría alcanzarla por tierra pero una nueva carta de su hermano donde decía que perdería su favor si seguía convenció al bastardo para que regresara. Sin embargo, esta desobediencia sería considerada un acto heróico del bastardo que sería ahora visto con otros ojos por parte del pueblo, se consideraba hasta como un posible heredero dado que el príncipe Carlos no estaba muy en sus cabales. Cabe mencionar, que pos estas fechas, Don Juan empezaba a regodearse con los cortesanos entre los que destaca Ana de Mendoza- Princesa de éboli- quien ansiaba tener a Don Juan entre sus filas pues parecía que él estaba destinado a brillar. Fue gracias a Ana de Mendoza que Don Juan de Austria conoció a uno de sus grandes amores: María de Mendoza, obviamente tendría algunos más, pero parece que ella destacó sobre las demás. Fue la propia Princesa de Éboli la que facilitaba los encuentros y de dichos encuentros nació una hija: Ana de Austria.
En 1568 los descabellados planes del príncipe Carlos para huir y marchar a Flandes acaban con su encierro en sus propios aposentos al mismo tiempo que se le inhabilitaba para la corona, ese mismo año moriría de ina congestión. Este hecho afectó a Don Juan de Austria pues fue él quien delató los planes de su sobrino, por ello se puso de luto pero Felipe II le obligó quitárselo. También en ese mismo año sería nombrado Capitán General de la Mar y lo puso al lado de Alvaro de Bazán y Luis de Requensens. El 2 de Junio de 1568 el joven capitán marcharía de Cartagena para iniciar su singladura por el Mediterráneo. Ese mismo año también moriría la amada reina Isabel de Valois, Juan de Austria lloraría por ella pues siempre fue una amiga. Después de dos meses de retiro de la mar llegaron las noticias de la rebelión de los moros en las Alpujarras.
He de decir que la cuestión de las Alpujarras no es fácil de tratar y podríamos dedicar más de una entrada sobre ellos, sin embargo y de manera muy breve he de decir que dicha rebelión surgió tras renover un edicto que Carlos V había elaborado y que no había llevado a cabo. En dicho edicto se limitaban muchas de las costumbres propias de los moriscos (lengua, vestimenta, religiosidad)y éstos sintiendose ofendidos y presionados se marcharon a las Alpujarras donde Aben Humeya (Hernando de Córdoba y Valor) lideró la rebelión. Nada más enterarse de las noticias, Juan de Austria pidió ir a ayudar a las tropas cristianas de Andalucía y aunque no tenía experiencia, sin duda su presencia levantaría la moral. El 13 de abril de 1569 llegó don Juan a Granada. La política de deportación agravó la situación. Para lograr mayor efectividad, Don Juan solicitó a su hermano autorización para pasar a la ofensiva. El rey se la concedió y don Juan salió de Granada al frente de un ejército. A finales del año 1569 había logrado pacificar Guéjar y puso sitio a Galera. La situación se estancó: era una fortaleza difícil de tomar. Don Juan de Austria ordenó el asalto general, haciendo uso de la artillería y de estratégicas minas. El 10 de febrero de 1570 entró en la villa, matando a sus habitantes, hombres, mujeres y niños, y luego la asoló, sembrándola de sal. Marchó después sobre la fortaleza de Serón, en donde recibió un balazo en la cabeza, y fue herido Quijada, quien falleció una semana más tarde. Pronto tomó Terque y dominó todo el valle medio del río Almería.

En mayo de 1570, don Juan de Austria negoció la paz. En el verano y el otoño de 1570 se efectuaron las últimas campañas para doblegar a los rebeldes. En febrero del año 1571, Felipe II firmó el decreto de expulsión de todos los moriscos del reino de Granada. Las cartas de don Juan describen estos exilios forzosos de familias enteras, mujeres y niños, como la mayor "miseria humana" que pueda retratarse.